jueves, 10 de mayo de 2012

Testigos sin coco

"For more than half an hour 38 respectable, law-abiding citizens in Queens watched a killer stalk and stab a woman in three separate attacks in Kew Gardens". - The New York Times, March 27, 1964. Esta noticia con casi 50 años, es la responsable de la entrada de hoy. 
El Viernes, 13 de marzo 1964, Catherine Genovese, de 28 años, fue brutalmente asesinada cuando regresaba a casa del trabajo. Cuando se disponía a entrar a su apartamento, fue atacada, violada y apuñalada por un hombre identificado posteriormente como Winston Moseley, asesino en serie. A pesar de los reiterados llamamientos de ayuda de Catherine, ninguno de los casi 40 vecinos que escucharon sus gritos llamó a la policía para reportar el incidente. Se encontraban asomados por la ventana presenciando el asesinato. El primer ataque comenzó a las 3:20AM, pero no fue hasta las 3:50 cuando se dio el primer aviso a la policía.

(Hoy en día, se sabe que los datos son fruto del sensacionalismo mediático pero, aunque se encuentren tergiversados, no deja de ser un fenómeno existente, que se vivió aquel día)

Esta llamativa noticia es la que llevó a los investigadores Bibb Latané y John Darley a interesarse por el fenómeno. El experimento que desarrollaron era, como suele ser, muy sencillo. Diferenciaron 3 situaciones similares con diferentes características y participantes:

Situación 1: Un solo participante en la sala.
Situación 2: Dos participantes amigos en la misma sala.
Situación 3: El participante experimental se encuentra con dos actores cómplices del investigador que simulan ser participantes.

Los participantes han acudido al lugar pensando que van a participar en un experimento donde tienen que hablar por un interfono con otras personas y responder a unas preguntas, pero en realidad lo que los investigadores esperan de ellos será totalmente diferente.

El investigador, después de acompañarlos a la sala, se mete en una habitación contigua separada por una cortina y le da al “play” a una cinta grabada donde se simula que se ha caído y que le duele tanto la pierna que apenas la puede mover. Son 130 segundos de ruidos, gimoteos y expresiones de dolor.
Los resultados mostraron que el 70% de los participantes de la situación 1 (que se encontraban solos) acudieron a comprobar cómo se encontraba el experimentador, el 40% de la situación 2 y solamente el 7% de la situación 3 prestaron su ayuda al investigador. A pesar de ello, ninguno de ellos avisó a nadie del accidente ni pidieron ayuda a otras personas fuera de la habitación.
Las personas que se levantaron a ayudar dijeron que lo habían hecho porque la caída parecía grave y que era "lo correcto a hacer". Los que no ayudaron dijeron que no sabían qué había pasado pero que pensaron que no era grave. 

Parece ser que el efecto de responsabilidad se diluye con el número de espectadores o testigos que haya en la situación. Si hay más gente pensamos, “ya lo ayudará alguien” y si nadie se acerca pensamos “quizá no haya que ayudar” o “quizá no sea tan grave como parece”. Es lo que se conoce como la “apatía del espectador”. 

¿Qué pensáis vosotros? ¿Alguna vez os habéis sentido así, sin saber si ayudar o no, porque la gente de alrededor no reaccionaba? Yo sí. Comentemos nuestra experiencia.

¡Venga, dadle al coco!

Fuente: Latane, B., & Darley, J. Bystander "Apathy", American Scientist, 1969, 57, 244-268

8 comentarios:

  1. O_O De primeras es impensable, pero es verdad que yo he visto desde el autobús a una mujer en el suelo en pleno centro de Córdoba y nadie se paraba a ayudarle... También es verdad que la mujer no tenía "muy buena presencia", y seguro que de ser al contrario se hubiera parado alguien. A lo mejor depende de la persona o de la situación.

    Pero de ahí a ver a una chica siendo asesinada y quedarse mirando por la ventana... me quedo de piedra!!

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    1. Pues la verdad es que resulta impensable como tú dices. Pero muchas veces hemos visto a alguien tirado en el suelo donde hay mucha gente y no nos hemos sentido mal de no parar a ayudar o de avisar a nadie. La responsabilidad se divide entre todas esas personas que pasan por su lado y sólo nos toca una pequeña parte de ella que no nos hace ni sentirnos culpables.
      Gracias por el aporte, Coco Anónimo.

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  2. La verdad es que es un tema controvertido. Ayudar, no ayudar... una leyenda urbana decía que intentando ayudar a una pobre mujer en el suelo, aprovechaban para robarte la cartera, el reloj... Es cierto que se abusa o se utiliza la ayuda y la solidaridad para hacernos caer en trampas de la sociedad.

    Muchas veces se han visto peleas de matrimonios o parejas por la calle y nadie ha dicho nada, o es que los vecinos de las mujeres maltratadas son sordos?

    Cuesta trabajo decidirse, aún así podíamos unirnos a la causa de ayudar y si nos engañan denunciar, pero mejor una vida que una cartera...

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    1. Buena puntualización la de los vecinos sordos de las mujeres maltratadas. ¿Esta no es mi guerra? ¿son riñas de enamorados? ¿ellos son asi? Son excusas que nos ponemos para no tomar la decisión de ayudar, o para no asumir la responsabilidad. Como en todo, hay grados. Si la vecina que está sufriendo es nuestra amiga, avisamos; si es alguien de neustra familia, por supuesto nos tiramos de cabeza a ayudar. Pero si son unos desconocidos, al igual que en el experimento, subimos la tele y preferimos no meternos o decimos, si vuelve a repetirse aviso.
      Desgraciadamente, en la mayoría de las veces es así

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  3. Pero cuánto influye la cultura? Los españoles o mediterráneos en general somos muy de tocarnos. No nos importa el roce y no tenemos problemas en que nos den la mano y nos ayuden a levantarnos. Pero por qué en Japón se quedaron tan extrañados cuando ayudé a levantarse a un ciclista? Pero tanto él como el resto de peatones. Vaya guarrazo)

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    1. Por supuesto que la cultura influye y mucho. La cultura nipona se caracteriza por ser individualista al máximo. Las personas no interactúan salvo en círculos muy cerrados y personales. Cuando estuve en la India, la situación era la contraria. A los indios no es que les guste tocar, es que les encanta manosearte de arriba a abajo. Y allí la gente seguía tirada por los suelos y nadie se preocupaba de que estuviera bien. Consideran que ya tienen suficientes problemas como para solucionar los de los demás. Los motivos que cada uno tenga para ayudar o no, son personales, y si no te gusta tocar, siempre puedes mandar a alguien a que lo haga. de todas formas, enhorabuena por haber brindado tu ayuda a ese ciclista delante de tanta gente!

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  4. Una pregunta. El hecho de que la responsabilidad esté compartida implica que el que se decida a ayudar asuma el 100% de la responsabilidad y además aumente su satisfacción personal más que si hubiese más ayudantes?
    Abrazos

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    1. Efectivamente Rafa. Esos serán los llamados héroes! jejeje. Normalmente el que ayuda asume su parte de responsabilidad y la del resto de personas que pasan por allí. Nunca hay que olvidar que ayudar a las personas es fuente de satisfacción personal para la mayoría de los ciudadanos, y si somos los únicos que nos atrevemos a hacerlo, aún más.
      Muchas gracias Rafa por plantear cuestiones tan interesantes.

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