Uno de los psicólogos más influyentes de la psicología social, en
los años 50, llevó a cabo un experimento muy interesante para dar respuesta a esta pregunta. Pretendía estudiar
hasta qué punto la influencia grupal podía intervenir en la modificación de los
propios juicios.
Para ello
ideó una tarea de lo más sencilla. Al participante se le mostraban dos imágenes
como las que vemos aquí y el participante tenía que decidir cuál de las líneas
de la imagen “B” tiene la misma longitud que la presentada en la imagen “A”. Otros ocho sujetos, cómplices del investigador, participan de la prueba
simulando ser también sujetos experimentales.
Se muestran a los participantes dieciocho pares de tarjetas similares a las
de la figura de más abajo. Los turnos se organizan de manera tal que el sujeto
experimental siempre es el último o el penúltimo en responder. Cada
participante va respondiendo en voz alta en su turno. Evidentemente, la
tarea es fácil y la respuesta es obvia.
Al principio, la respuesta de todos los participantes
es correcta, y así, el participante experimental va tomando confianza en la
tarea y en el grupo. Pero a partir de la 4 ó 5 presentación empieza a haber
diferencias. Así, el sujeto que responde primero (un cómplice del
experimentador) emite una respuesta evidentemente errónea. También lo hacen el resto
de cómplices hasta llegar al participante experimental.
Los resultados mostraron que uno de cada tres participantes se conformaron, es decir, modificaron su
respuesta como consecuencia de la presión que ejercieron las respuestas del
grupo sobre su propia convicción.
Para estar en sintonía con el resto del grupo, el sujeto modifica su respuesta
aunque considere que la suya es la correcta. Si esto ocurre
en situaciones cuya respuesta es tan clara, ¿qué ocurre cuando los problemas
son menos claros, menos obvios, más difíciles?
Y vosotros, ¿qué opináis? ¿Sois del tercio de
población que se conforma con lo que hay o creéis en vuestras ideas firmemente
y las hacéis oír?
¡Venga, dadle al coco!
Fuente: www.portalplanetasedna.com. portal de psicología social
La verdad es que cuando se nos presenta la tarea, que parece sencilla, desde casa, crees que nunca caerías en el error de dejarte llevar por el grupo ya que la respuesta aqui es clara. Pero en situación, creo que el sentirte uno más, hace que en ocasiones tu punto de vista pueda llegar de ser flexible a ser erróneo. Pero la aprovación social, parece más reconfortante que la victoria personal contra el resto de participantes.
ResponderEliminarOpino que la opción correcta es la 1 coinciendo contigo Manuel:) Y aqui que parece sencillo no sabemos a cuanta gente podríamos llegar a convencer de dicho error.
Un entrada interesante!!
yo creo que si nos lo proponemos somos capaces de convencer a la gente de que la opción 1 es la correcta. No seríamos los primeros en hacerlo...
ResponderEliminarYo soy un zote en este ámbito pero se me asemeja mucho a cuando vas con un grupo de gente a comer y no tienes claro que quieres pedir. Piensas y piensas. Pero no te aclaras. Terminas pidiendo un "yo lo mismo".
ResponderEliminarA ver qué consigo aprender
Abrazos
¡Muy buen ejemplo Rafa! A veces el dejarnos guiar por el grupo es algo que nos protege y nos hace sentir seguros con nosotros y con el resto. Es una decisión que nos protege cuando estamos indecisos bajo la premisa "si ése lo ha decidido así, no puede estar mal, voy a seguirlo"
EliminarGracias por el aporte